9 de febrero de 2017

Cinema Review - Shin Godzilla (2016)


Uno de los iconos más grandes del cine fantástico y la cultura pop es sin duda, Godzilla. Referencia obligada cuando se habla de monstruos gigantes, el cine de kaijus, rugidos memorables y mucho más. Desde su origen en 1954 con Gojira, este ícono oriundo de Japón se ha enfrentado contra la humanidad, razas alienígenas, criaturas mutantes y demás monstruos gigantes en casi tres decenas de películas, entre ellas, dos producciones estadounidenses. En su primera encarnación occidental, Hollywood de la mano de Roland Emmerich intentó americanizar a Godzilla en el año 1998 con una película con tintes cómicos que hasta tuvo la osadía de rediseñar casi al 100% el clásico aspecto de la criatura. Esta versión por supuesto vive con el infame estigma de ser uno de esos ambiciosos remakes Hollywoodenses, que la verdad si le quitas toda la carga que lleva su título y solo la disfrutas hasta te puede parecer entretenida.

En el 2014, intentaron revivir en América este fenómeno, ahora con Gareth Edwards tomando las riendas del proyecto, logrando naturalmente un enfoque mucho más clásico, serio y digno de Godzilla. No esperábamos encontrarnos con nuestro hijo radioactivo favorito tan rápido, pero Japón y Toho, país y compañía que lo vieron nacer lanzaron una suerte de reinicio a la franquicia. Con la dirección a cargo de la dupla Hideaki Anno y Shinji Higuchi, el concepto se reenfoca en los orígenes de la bestia o al menos una historia que se cuenta a través de la perspectiva de un mundo (y principalmente una ciudad) que recién se enfrenta por primera vez con el reconocido monstruo. Esto es: Shin Godzilla (2016).

Un Japón del tiempo presente, en pleno día común y corriente, empieza a experimentar sucesos raros; uno tras otro. Barcos explotan, barcos se hunden, un túnel subterráneo colapsa, el pánico empieza a crecer en la población en cuestión de horas. El gobierno Japonés se reúne de emergencia para analizar la situación. ¿Actividad volcánica? ¿Ataque terrorista? Rando Yaguchi (Hiroki Hasegawa) un joven funcionario se atreve a sugerir que podría ser obra de una criatura desconocida de un tamaño sin precedente. Obviamente, se enfrenta con críticas y escepticismo obligatorio de sus pares, pero cuando se revela que la causa de estos sucesos es nada más, ni nada menos que Godzilla; Rando tendrá que emprender una carrera contra el tiempo colaborando con quién sea y como sea para detener a esta amenaza y salvar el mayor número de vidas posibles.

Shin Godzilla, como película, perdonen la expresión, es una bestia diferente a lo que estaba acostumbrado ¿Para bien? Sí y no. Más no, que . Ya no tengo la memoria tan fresca en cuanto a las muchas aventuras de este monstruo gigante, además de que no las conozco todas. Aun así, puedo aventurarme a decir sin mucho rodeo, que pocas me han aburrido tanto como lo hizo Shin Godzilla. La película tiene un concepto interesante, un enfoque que me gustaría se explotara más en películas de este tipo; la perspectiva gubernamental, operativa, de las personas a cargo, ¿Cómo reacciona el país ante este increíble suceso? ¿Cómo reacciona el mundo? Shin Godzilla hace de este concepto el motor de su historia, y aquí su gran virtud y su gran problema. Hacer a los funcionarios de gobierno y su equipo de expertos los personajes centrales fue un giro innovador, pero creo que la película careció de una perspectiva más de tierra, de cara a la acción.

Anno y Higuchi se obsesionan con los interiores de la oficinas, de los centro de reuniones, con las conferencias de prensa, con el intercambio incesante de líneas de dialogo entre uno, dos, tres, cuatro y más y más personajes, rebotando y refutando teorías, perspectivas, opiniones, ideas. Es revelador ver a lujo de detalle el detrás de bambalinas de una crisis como la que plantea la cinta, pero llega un punto en que me pareció demasiado. Tomando en cuenta el hecho que las audiencias occidentales, y hasta cierto punto globales, estamos acostumbrados a un cine de rápida recompensa, una película como Shin Godzilla cae más densa de lo que esperamos, pero quitando esta noción de la ecuación creo que mucho de la cinta sale sobrando y ciertas cosas faltaron. ¿Qué tal si alternamos puntos de vista entre los altos mandos del gobierno y un policía metropolitano envuelto en el caos, en la ciudad, entre la gente asustada? ¿Qué tal si alternamos puntos de vista con una familia de civiles siendo evacuados a causa de una amenaza que aún no entienden? Son sólo opciones que se me venían a la mente cuando veía la película; atrapado con los mismos personajes, discutiendo, mirando monitores de computadora, hablando por sus teléfonos celulares, en las mismas oficinas de gobierno.

Claro, no todo fue personajes discutiendo, cuando Shin Godzilla nos regocija con mostrarnos al monstruo titular usa una sorprendentemente efectiva y nostálgica mezcla de efectos visuales por computadora con los muy queridos efectos prácticos. Godzilla se ve aterrorizante, diferente, clásico, falso y real a la vez; todo depende del ángulo, la escena y el punto de la película en el que nos encontremos. Las imagenes de la gran figura apostada en medio de Tokio como si fuera un muñeco gigante situado en una maqueta, son imágenes poderosas que justifican de cierta manera, todas esas alegorías que se le atribuyen a Godzilla, de ser cierta deidad, el imparable e indestructible puño vengador de la naturaleza. Cuando el rey de los monstruos destruye la ciudad, aviones, helicópteros y demás Shin Godzilla es un divertido ejercicio en explotar ese cariño que le tienes a estas películas. Para bien o para mal, el resultado termina siendo muy poco Godzilla y mucho de lo otro.


Siendo seguidor de los kaijus o al menos del famoso rey de los monstruos, Shin Godzilla es una propuesta interesante para revisitar una historia clásica. Si eres de los que se quejó que Godzilla (2014) mostró muy poco al monstruo, Shin Godzilla te hará apreciarla mucho más. 

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