17 de abril de 2017

Cinema Review - The Fate of the Furious (2017)

Tuve la oportunidad de echarle un vistazo a la más reciente entrada en la franquicia de Fast & Furious, la octava entrega en esta serie de acción aparentemente sinfín, cada película más inflada, más absurda que la anterior. En su natal Estados Unidos, esta película fue bautizada con el ridículo título The Fate of the Furious traducido al español, algo así como: El Destino de los Furiosos, se agradece que en México y en el resto del mercado internacional, la película se lanzó con el muchísimo más simple y merecedor Rápidos y Furiosos 8.
La saga que inició en el año 2001 como una película que se gestó como una modesta apuesta que se esperaba generara una ganancia saludable, se convirtió en un éxito taquillero global y fenómeno cultural; catapultando a la fama instantánea a sus entonces desconocidos protagonistas, la dúpla Vin Diesel/Paul Walker. Estamos en el 2017 y la franquicia cinematográfica de Fast & Furious ha experimentado una metamorfosis interesante; de iniciar como un no tan sutil plagio a Point Break usando la cultura street racer de fondo; después de la tercera entrada, cada película se fue transformando y adaptando diferentes temáticas cada vez más ambiciosas y fuera de tono a su concepto original, desde robos imposibles, espionajes, hasta básicamente… salvar al mundo, todo claro está, involucrando automóviles veloces. Lo interesante es que de alguna manera, la saga de Fast & Furious logró hacer esta transición de manera exitosa. A través de los años, han producido de manera regular grandes y divertidos espectáculos, cada vez abarrotando sus historias con más y más  personajes, caras ya conocidas y otras nuevas, interpretadas por actores establecidos tanto como por talentos emergentes.

Las películas de Fast & Furious han encontrado un ritmo saludable para mantenerse frescas y entretenidas, incluso han intentado convertirse en su propio universo cinematográfico estableciendo cierto tipo de continuidad al mismo tiempo que juegan con ella y la doblan a su conveniencia. Entonces, The Fate of the Furious, ¿De qué trata?
En el 2015, Furious 7 (Rápidos y Furiosos 7, en México) se convirtió en algo más allá que una secuela más después de la trágica muerte del co-protagonista y poster boy de la franquicia, Paul Walker. La filmación de Furious 7 fue atrasada y la historia reconfigurada para poder retirar al icónico personaje de Brian O’Conner de la manera que merecía. A partir de ahí, muchos nos preguntamos si la serie de películas iba a continuar, ya que la séptima entrada hubiera sido un excelente desenlace.
Ya todos sabemos que Fast & Furious continúa con renovados caballos de fuerza y combustible de sobra, incluso anunciando los planes que involucran llegar hasta 10 películas. Ésta octava entrega, The Fate of the Furious sigue con el eje rector que se ha ido estableciendo en las últimas películas: la familia, pero aquí intenta girarlo de cabeza.

Dominic Toretto (Vin Diesel) y su pareja de años, Letty Ortiz (Michelle Rodríguez) disfrutan de su luna de miel en Cuba, donde la película inicia regresando a sus raíces con una divertida carrera contra un bocón y desechable antagonista que involucra motocicletas usadas como proyectiles, manejar un auto en llamas, entre otras cosas. Rápidamente conocemos al más nuevo e intimidante villano, la bella Cipher (Charlize Theron), una ciberterrorista invisible para cualquier autoridad. Cipher recluta forzosamente a Toretto para que sea su aliado en una serie de increíbles tareas cuya finalidad tiene que ver con ojivas nucleares, secuestrar los intereses de potencias mundiales y vaya que mucho, mucho más. En este proceso, Dominic Toretto tendrá que traicionar sus ideales y sobre todo, a su familia.
Como muchos fans de esta franquicia, tenía un precavido escepticismo acerca de una nueva entrada de Fast & Furious, una nueva entrada sin Paul Walker. Pero rápidamente cualquier duda es disipada, al ver y sentir que la película emana la misma confianza en sí misma que siempre y nos muestra el espectáculo absurdo y entretenido que esperamos. El director que toma las riendas del proyecto es el experimentado F. Gary Gray, quién ya tiene músculo ejercitado en cintas de acción y persecuciones automovilísticas con The Italian Job (La Estafa Maestra, en México) en el 2003 e incluso trabajó con Vin Diesel en el mismo año en el drama de acción A Man Apart (Un Hombre Diferente, en México).
La dinámica de esta más reciente entrada cambia un poco, ya que la historia separa a Toretto del resto de su equipo y comparte la mayoría de sus escenas con una de las caras nuevas en la serie, Charlize Theron. A veces los intercambios entre ellos dos se vuelven cansinos ya que limitan a Vin Diesel a estar con el ceño fruncido y balbuceando amenazas la mayoría del metraje, pero Theron es sutilmente sexy e intimidante sin intentarlo demasiado, esto le da un aire auténtico y natural a su personaje que fue todo un acierto. The Fate of the Furious trae de regreso y con fuerte protagonismo a Dwayne Johnson, una fuerza imparable de carisma que carga mucho de la película en sus hombros. Jason Statham regresa en su villanesco papel, aunque no es sorpresa para nadie el saber que aquí cambia de bando con “los buenos”, sus escenas con Johnson son de los puntos cómicos más efectivos de la película. Es imposible mencionar a todo el elenco, pero tanto Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Kurt Russell y claro, Michelle Rodríguez, todos tienen su oportunidad para brillar. Nuevas adiciones al elenco que incluyen a Scott Eastwood como un novato agente federal y a Kristofer Hivju como el matón estrella de la despiadada Cipher, también tuvieron su momento en los reflectores.

Sinceramente se siente la ausencia de Paul Walker, pero The Fate of the Furious hizo lo correcto en  hacer referencia su personaje sin notarse forzoso y le rinde tributo de una manera muy interesante que va unida junto a una de las sorpresas importantes de la película. Esta película es un parteaguas para la franquicia, porque solidifica un nuevo punto de partida, expandiendo su mitología (¿Puedo llamarle así?) y trazando un nuevo camino para el futuro. Como toda extensa serie cinematográfica exitosa, Fast & Furious tiene sus detractores; sí tiene escenas de acción absurdas que desafían las leyes de la física, pero creo que ya estando en la película número ocho los que aceptamos eso seguimos a bordo y los que no, pues ¿Ya dejaron de verlas hace mucho, no?

The Fate of the Furious es grande, es épica, es ridícula, es absurda, se le pasa la mano con la comedia de vez en vez, pero claro que sí es entretenida; si sigues esta franquicia desde el principio ésta película te va a encantar. Si no, al menos te hará pasar un par de horas entretenidísimas, que es mucho más de lo que se puede decir de muchas otras cintas de “acción”. 

25 de febrero de 2017

Cinema Review - Split (2017)

Esperaba mucho la oportunidad de ver la película en la cual me enfoco en esta reseña: Split (Fragmentado, en México) es el esfuerzo más reciente del afamado (¿o infame?) cineasta M. Night Shyamalan. Cuando mencionamos su nombre, al menos entre personas que conozcan un poco de cine, parece que siempre salen a colación los fracasos de este director, más que el peso de sus aciertos. En mi opinión muy personal, las películas por las que M. Night Shyamalan fue aclamado son muchísimo más importantes y memorables que las cosas que no gustaron tanto a la audiencia. Obviamente, el ejemplo primario es The Sixth Sense (El Sexto Sentido, 1999)  una historia de fantasmas que se volvió un ícono de la cultura pop y un éxito de taquilla aclamado por audiencias y críticos por igual. Aprovechando el ímpetu de éxito, Shyamalan nos trajo un año después, una colaboración de nueva cuenta con el actor, Bruce Willis; Unbreakable (El Protegido, 2000) un thriller que se aleja un tanto del género del terror para traernos un enfoque a un subgénero que en aquel entonces iba tomando fuerza y hoy en día reina con las audiencias en cine y televisión, pero explicar exactamente a lo que me refiero sería faltarle el respeto a los misterios de esa gran película. En el 2002, Signs (Señales, en México) nos aterrorizó con una historia de una invasión extraterrestre vista a través de los ojos de una familia viviendo en una granja en Pennsylvania. El toque mágico de Shyamalan, y su habilidad para jalarnos la alfombra debajo de nuestros pies con sus famosos twists o giros argumentales empezó a flaquear para muchos con el lanzamiento de The Village (La Aldea, 2004). En lo personal yo disfruté mucho esa película, su primera historia de época que se quedaba en el ámbito del terror y lo sobrenatural.
Posteriormente, Shyamalan sufrió una serie de fracasos de taquilla y con las críticas, al lanzar proyectos como Lady in the Water (La Dama en el Agua, 2006), The Happening (El Fin de los Tiempos, 2008) entre otros; películas que no pudieron mantener el nivel de expectativa que las audiencias tenían de él. Sus cintas criticadas, para mí han sido al menos propuestas ambiciosas e  interesantes. Muchas veces al estar tan endiosados con las adaptaciones, los remakes, las secuelas, olvidamos el poder que tienen las ideas originales. Shyamalan es uno de los directores más interesantes trabajando en Hollywood en las últimas dos décadas, y eso es algo  que creo que todos podemos aceptar. Después de tomar las riendas de un proyecto mucho más pequeño, Shyamalan recuperó un poco de credibilidad con The Visit (Los Huéspedes, 2015) un found footage que cuenta una historia de terror que parece ser como un Goosebumps from Hell, y lo digo como algo positivo.
Tanto preámbulo nos deja aquí, con Split, la nueva propuesta de género de M. Night Shyamalan, que al parecer está siendo aceptada por audiencias y críticos. ¿Qué opiné yo?
Split trata de un misterioso hombre (James McAvoy) que secuestra a tres chicas adolescentes y las mantiene aisladas por razones desconocidas. Pronto se revela que este hombre padece de un desorden mental que le causa tener múltiples personalidades. Casey (Anya Taylor-Joy) una de las chicas cautivas es, al parecer, la única que entiende que algo más siniestro está esperándolas, ya que todas las múltiples personalidades de este hombre parecen coincidir que algo más peligroso está por llegar.
Los desordenes mentales, al menos en Hollywood siempre se tratan como algo a lo que hay que  temerle, o en su defecto, algo que otorga habilidades casi sobrenaturales, creo que Split logra hacer una sinergia interesante con estas dos nociones. Una de las  fortalezas más obvias de esta película, y en general de la filmografía de M. Night Shyamalan, son los personajes, siempre tienen una sensibilidad, un aire a realismo, carisma; claro siempre de la mano con el correcto ojo que tiene para elegir a los actores que interpretan sus roles. En este caso, Anya Taylor-Joy, un talento a punto de explotar, funciona como la víctima que tiene un trasfondo personal que tiene que ver con la historia principal. ¿Y qué decir de James McAvoy? Logra dibujar varios personajes, varias personalidades que muchas veces vemos aparecer en pantalla una muy cerca de la otra y logra darles a cada una su acento, sus manerismos, sus gestos. Sin duda, este jugoso papel habría sido una fácil “sí” para muchos actores talentosos pero me alegra que James McAvoy haya explorado su lado siniestro en esta película.
La película de Split me puso en conflicto, porque sentí que no la aprecie como debería, ¿Por qué? Pues M. Night Shyamalan nos ha “malacostrumbrado” como audiencias a sus sorprendentes giros argumentales, esas vueltas de tuerca que reconfiguran todo lo que creíamos que estábamos viendo. Con Split, estuve inconscientemente esperando ese momento, esa escena donde se reinventara todo lo que estaba viendo, pero nunca llegó, la película terminó siendo más o menos lo que yo ya me imaginaba,  lo que ya esperaba. Eso no significa que no sea una historia entretenida o buena, pero yo aún esperaba  ese momento clásico Shyamalan.

Me sentía un poco insatisfecho mientras aparentemente la película estaba a punto de terminarse, e instantes antes de que la pantalla se oscureciera Shyamalan se sacó de la manga una especie de escena post-créditos que, aceptando que no nos brindó un giro argumental sorprendente como en The Sixth Sense, sí nos brindó una sorpresa interesante, y vaya la redundancia, muy inesperada, una recompensa a esas personas que hemos visto y recordamos sus películas, una suerte de promesa que esperemos se pueda cumplir. No es un regreso triunfal de Shyamalan al tipo de cine con el que inició su carrera, pero Split es una propuesta que no debe de pasar desapercibida. 

18 de febrero de 2017

B-Movie Review: Forbidden World aka Mutant (1982)

El productor de cine Roger Corman es un sinónimo de películas que le dan sentido a la reconocida frase en inglés: so bad it’s good, algo así como tan mala que es buena. El título, producido por Corman que nos concierne en esta reseña es Forbidden World (1982) también conocida como Mutant, cinta que todo cinéfilo seguidor del cine serie B reconocerá como el rip off más famoso de la icónica Alien (Alien: El Octavo Pasajero, en Mexico) estrenada un par de años antes, en 1979. Forbidden World es dirigida por Allan Holzman, quien debutó como cineasta con esta película después de un tiempo de trabajar para Corman como director de segunda unidad.
Forbidden World (o Mutant) nace de una secuencia que se le ocurrió a Roger Corman, que es la que aparece al principio de la película, que se filmó meses antes que el resto de la cinta. Corman supo que se iba a demoler uno de los sets usados para otro de sus clásicos casposos, Galaxy of Terror (1981) y decidió aprovechar los últimos días y creo la secuencia pre-créditos de Forbidden World. El resto de la historia se escribió posteriormente por Tim Curnen y Jim Wynorski.
En un futuro no especificado, pero que se ve como principios de los 80s en el espacio, el oficial de la federación, Mike Colby (Jesse Vint) junto con su leal robot, SAM-104, son llamados a un planeta remoto donde un grupo de científicos realizan experimentos genéticos. Una vez ahí, Colby descubre que han creado un organismo hostil mutante que cambia su estructura genética constantemente, y además… se ha escapado.
Forbidden World funciona coma una especie de combinación entre la ya mencionada Alien y The Thing (La Cosa de Otro Mundo, en México) de 1982. Claro que, siendo una producción de Corman, el presupuesto es bastante bajo, la actuación bastante mala, y el nivel de perversidad se eleva bastante. Es de una comicidad involuntaria el hecho de que el director Allan Holzman y compañía tratan esta película como una historia de ciencia ficción seria; creo que eso es lo que hace a estas películas lo que son.
Como es lo normal en películas exploitation las mujeres están simplemente para ser objetos sexuales. Los únicos dos personajes femeninos en la película aparecen desnudas muy seguido, y andan caminando en tacones altos transparentes y unos atuendos totalmente incompatibles con el contexto. Y una de ellas se supone que es “doctora en genética”, cuando lo único que hace es arrojarle miradas sexuales al personaje central, y claro, en un momento de la película, tener sexo con él.
Forbidden World tiene efectos especiales a cargo de un veterano del cine de terror, el genial John Carl Buechler, y son de los elementos más profesionales de la película. Los efectos gore son efectivos, mostrando cerebros expuestos, cuerpos convertidos en pura viscosidad, y claro, la criatura en sus diferentes etapas de metamorfosis se ve bastante bien, excepto cuando llega a su apariencia final donde parece una mezcla entre el xenomorfo de Alien y una araña gigante, pero todo es parte del carisma que tiene una película como Forbidden World que le saca jugo a todos los elementos a su disposición, incluso creando un set de estación espacial bastante decente cubriendo los corredores con cartones de huevo y charolas de unicel, de esos que se usan para  entregar comida para llevar.

Con una duración de 77 minutos, Forbidden World es un refrigerio entretenido para cualquier fan de la ciencia ficción y para los que disfrutamos la clase de cine que producían personajes como el legendario Roger Corman. 

B-Movie Review: Eye of the Tiger (1986)

Me encantan las películas que usan la venganza o la retribución como tema central en su historia. Sea desde un enfoque serio o simplemente como el impulsor de una película divertida de acción; las disfruto muchísimo. Dicho esto, llegamos al filme en cuestión, una serie B de la gloriosa década de los 80s, Eye of the Tiger (1985) es una de esas cintas de acción de presupuesto limitado que para muchos se quedó perdida en los anales del VHS. El título de la película viene prestado de la famosa canción de rock del grupo Survivor que usualmente relacionamos más con la franquicia cinematográfica que la hizo un éxito, Rocky. Cabe mencionar que Eye of the Tiger además de tomar el título prestado, también usa el icónico tema musical en su banda sonora.

Dirigida por Richard C. Sarafian, un cineasta con algo de experiencia en películas de acción en los 70s y 80s, Eye of the Tiger cuenta la historia de Buck Matthews (Gary Busey) un ex veterano de la guerra de Vietnam, que es liberado de prisión. Buck decide regresar a su esposa y pequeña hija a su pueblo natal en Texas, pero las cosas no son como antes. Además de un sheriff de policía corrupto y obsesionado con devolverlo tras las rejas, el pueblo es intimidado y gobernado por una violenta pandilla de motociclistas. Después de un atentado contra su familia, Buck decide declararle la guerra a esta pandilla, atrayendo la atención de su sádico líder, Blade (William Smith).
Una pequeña joya del cine serie B, con una o dos caras reconocibles, definitivamente Eye of the Tiger es una película disfrutable. Además, tiene el privilegio de ser una de esas películas donde muestran al gran actor Gary Busey como estelar e interpretando al bueno, ya que todos sabemos que la carrera de Busey siempre estuvo afincada en interpretar a exagerados villanos y personajes secundarios, porque seamos sinceros, esa clase de roles eran los que realmente encajaban con  él. Al final de todo, en Eye of the Tiger tuvo una de sus oportunidades de brillar por sí solo. 
La película se toma su tiempo en explorar el hecho de que el personaje de Buck Matthews se siente un extranjero en su propia tierra después de salir de prisión, reviviendo inmediatamente la enemistad con el sheriff del pueblo, y regresando a su antiguo trabajo en construcción, pero ahora como obrero en lugar de su antiguo puesto de capataz. El “incidente” que echa a andar la trama de la película no ocurre como hasta que ya ha transcurrido la mitad de su duración, pero desde ahí, naturalmente la cinta se vuelve mucho más divertida.
Desde Gary Busey colocando trampas que decapitan motociclistas, una camioneta pick up lanzamisiles, y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, Eye of the Tiger se pone en completo modo revenge flick y es un disfrute total. Los personajes secundarios también funcionan. Tenemos al legendario Yaphet Kotto interpretando a un policía amigo de Buck, que quizá sea el último vestigio de honestidad en los oficiales de la ley del pueblo. El villano, que parece sacado de una película de Mad Max es interpretado por William Smith, un personaje de pocas palabras.

Todos los elementos se conforman para hacer que Eye of the Tiger sea una experiencia totalmente disfrutable. ¿Memorable? Tal vez, no mucho. Pero sin duda un revenge flick que no puedes dejar pasar si eres fan de este tipo de cine, o al menos fan del grandioso Gary Busey.

13 de febrero de 2017

B-Movie Review - The Dungeonmaster aka Ragewar (1984)

El género de fantasía se ha mezclado de vez en vez con otros como la ciencia ficción, el terror, incluso el romance, pero como hemos ido aprendiendo que nunca hemos visto un cóctel de géneros tan interesante como los que nos encontrábamos frecuentemente en la década de los 80s. “La época de oro del VHS” nos trajo un sinnúmero de títulos interesantes que nunca gozaron de los reflectores como muchos de sus contemporáneos pero con el tiempo se han ido redescubriendo y recibiendo el aprecio y la audiencia que merecen, por supuesto, todo esto impulsado en gran manera por ese elemento que hace que todo aparezca más disfrutable de lo que realmente es; la nostalgia. La película The Dungeonmaster también conocida como Ragewar o incluso lanzada con el título Digital Knights es una joyita de 1984 que mezcla la fantasía, el terror, la ciencia ficción y una saludable y potente dosis de ochenterismo, al mismo tiempo que homenajea/emula/piratea excelentes ejemplos de todos los géneros.
Paul Bradford (Jeffrey Byron) es un genio de las computadoras que incluso cuenta con su propia inteligencia artificial con voz femenina de su propia creación que lo ayuda a manipular semáforos y otras cosas que vienen útiles en las películas de los 80s. Cuando sus habilidades con la tecnología son descubiertas y confundidas por “magia” moderna por un demonio hechicero milenario conocido como Mestema (Richard Moll), Paul es transportado a una dimensión donde tendrá que salir airoso de una serie de sádicos retos para poder conseguir la libertad de su novia Gwen (Leslie Wing) y poder regresar a la realidad.
The Dungeonmaster es una colaboración de personajes de renombre en el campo del terror serie B y los efectos especiales; la película básicamente es un pastiche de escenas escritas y dirigidas por diferentes cineastas incluyendo el referente obligado con el cine casposo directo-al-video, Charles Band, el experto en efectos especiales old school, John Carl Buechler, el también experimentado en cine de bajo presupuesto, Peter Manoogian, entre otros. Estos segmentos conforman los retos que nuestro personaje central, Paul, tiene que vencer. De nerd a gladiador interdimensional, Paul, con la ayuda de su súper computadora que lleva en su antebrazo, tendrá que salvar a su novia en los diferentes escenarios donde van apareciendo. Desde un homenaje al giallo con un asesino serial atrayendo mujeres con un anuncio en el periódico para poder degollarlas, hasta una tierra post apocalíptica al estilo Mad Max con todo y guerra vehicular, también hay momento para una excelente escena de stop motion que nos recuerda a los grandes días de Ray Harryhausen. Así como otras películas como Waxwork (1988), The Monster Squad (1987) y otros ejemplos más de la década, The Dungeonmaster disfruta el amontonar guiños y referencias, y simples refritos de otros títulos icónicos y reconocidos, aunque ésta película lo hace de una manera menos consciente. 

Las actuaciones dejan mucho que desear como es de esperar y de disfrutar en una película como esta, además los efectos especiales varían desde los deliciosamente nostálgicos hasta los realmente malos. Al final de todo, The Dungeonmaster es una ráfaga de entretenimiento de sólo 77 minutos de duración; una presentación en resumen de todos los géneros que nos encanta disfrutar enrollados en una única y ridícula premisa muy de su época y de su estilo. En cuanto a las películas serie B encuentras las malas-malas y las buenas-malas, The Dungeonmaster es del tipo que se disfrutan de inicio a fin. 

9 de febrero de 2017

Cinema Review - Shin Godzilla (2016)


Uno de los iconos más grandes del cine fantástico y la cultura pop es sin duda, Godzilla. Referencia obligada cuando se habla de monstruos gigantes, el cine de kaijus, rugidos memorables y mucho más. Desde su origen en 1954 con Gojira, este ícono oriundo de Japón se ha enfrentado contra la humanidad, razas alienígenas, criaturas mutantes y demás monstruos gigantes en casi tres decenas de películas, entre ellas, dos producciones estadounidenses. En su primera encarnación occidental, Hollywood de la mano de Roland Emmerich intentó americanizar a Godzilla en el año 1998 con una película con tintes cómicos que hasta tuvo la osadía de rediseñar casi al 100% el clásico aspecto de la criatura. Esta versión por supuesto vive con el infame estigma de ser uno de esos ambiciosos remakes Hollywoodenses, que la verdad si le quitas toda la carga que lleva su título y solo la disfrutas hasta te puede parecer entretenida.

En el 2014, intentaron revivir en América este fenómeno, ahora con Gareth Edwards tomando las riendas del proyecto, logrando naturalmente un enfoque mucho más clásico, serio y digno de Godzilla. No esperábamos encontrarnos con nuestro hijo radioactivo favorito tan rápido, pero Japón y Toho, país y compañía que lo vieron nacer lanzaron una suerte de reinicio a la franquicia. Con la dirección a cargo de la dupla Hideaki Anno y Shinji Higuchi, el concepto se reenfoca en los orígenes de la bestia o al menos una historia que se cuenta a través de la perspectiva de un mundo (y principalmente una ciudad) que recién se enfrenta por primera vez con el reconocido monstruo. Esto es: Shin Godzilla (2016).

Un Japón del tiempo presente, en pleno día común y corriente, empieza a experimentar sucesos raros; uno tras otro. Barcos explotan, barcos se hunden, un túnel subterráneo colapsa, el pánico empieza a crecer en la población en cuestión de horas. El gobierno Japonés se reúne de emergencia para analizar la situación. ¿Actividad volcánica? ¿Ataque terrorista? Rando Yaguchi (Hiroki Hasegawa) un joven funcionario se atreve a sugerir que podría ser obra de una criatura desconocida de un tamaño sin precedente. Obviamente, se enfrenta con críticas y escepticismo obligatorio de sus pares, pero cuando se revela que la causa de estos sucesos es nada más, ni nada menos que Godzilla; Rando tendrá que emprender una carrera contra el tiempo colaborando con quién sea y como sea para detener a esta amenaza y salvar el mayor número de vidas posibles.

Shin Godzilla, como película, perdonen la expresión, es una bestia diferente a lo que estaba acostumbrado ¿Para bien? Sí y no. Más no, que . Ya no tengo la memoria tan fresca en cuanto a las muchas aventuras de este monstruo gigante, además de que no las conozco todas. Aun así, puedo aventurarme a decir sin mucho rodeo, que pocas me han aburrido tanto como lo hizo Shin Godzilla. La película tiene un concepto interesante, un enfoque que me gustaría se explotara más en películas de este tipo; la perspectiva gubernamental, operativa, de las personas a cargo, ¿Cómo reacciona el país ante este increíble suceso? ¿Cómo reacciona el mundo? Shin Godzilla hace de este concepto el motor de su historia, y aquí su gran virtud y su gran problema. Hacer a los funcionarios de gobierno y su equipo de expertos los personajes centrales fue un giro innovador, pero creo que la película careció de una perspectiva más de tierra, de cara a la acción.

Anno y Higuchi se obsesionan con los interiores de la oficinas, de los centro de reuniones, con las conferencias de prensa, con el intercambio incesante de líneas de dialogo entre uno, dos, tres, cuatro y más y más personajes, rebotando y refutando teorías, perspectivas, opiniones, ideas. Es revelador ver a lujo de detalle el detrás de bambalinas de una crisis como la que plantea la cinta, pero llega un punto en que me pareció demasiado. Tomando en cuenta el hecho que las audiencias occidentales, y hasta cierto punto globales, estamos acostumbrados a un cine de rápida recompensa, una película como Shin Godzilla cae más densa de lo que esperamos, pero quitando esta noción de la ecuación creo que mucho de la cinta sale sobrando y ciertas cosas faltaron. ¿Qué tal si alternamos puntos de vista entre los altos mandos del gobierno y un policía metropolitano envuelto en el caos, en la ciudad, entre la gente asustada? ¿Qué tal si alternamos puntos de vista con una familia de civiles siendo evacuados a causa de una amenaza que aún no entienden? Son sólo opciones que se me venían a la mente cuando veía la película; atrapado con los mismos personajes, discutiendo, mirando monitores de computadora, hablando por sus teléfonos celulares, en las mismas oficinas de gobierno.

Claro, no todo fue personajes discutiendo, cuando Shin Godzilla nos regocija con mostrarnos al monstruo titular usa una sorprendentemente efectiva y nostálgica mezcla de efectos visuales por computadora con los muy queridos efectos prácticos. Godzilla se ve aterrorizante, diferente, clásico, falso y real a la vez; todo depende del ángulo, la escena y el punto de la película en el que nos encontremos. Las imagenes de la gran figura apostada en medio de Tokio como si fuera un muñeco gigante situado en una maqueta, son imágenes poderosas que justifican de cierta manera, todas esas alegorías que se le atribuyen a Godzilla, de ser cierta deidad, el imparable e indestructible puño vengador de la naturaleza. Cuando el rey de los monstruos destruye la ciudad, aviones, helicópteros y demás Shin Godzilla es un divertido ejercicio en explotar ese cariño que le tienes a estas películas. Para bien o para mal, el resultado termina siendo muy poco Godzilla y mucho de lo otro.


Siendo seguidor de los kaijus o al menos del famoso rey de los monstruos, Shin Godzilla es una propuesta interesante para revisitar una historia clásica. Si eres de los que se quejó que Godzilla (2014) mostró muy poco al monstruo, Shin Godzilla te hará apreciarla mucho más. 

30 de enero de 2017

Cinema Review - Resident Evil: The Final Chapter (2017)



No podría decir que me considero fan de la franquicia cinematográfica de Resident Evil, pero recuerdo bien cuando la primera película me enamoró por allá por épocas  del año 2002, primeramente por ser la primera película de zombies que me tocó ver en la pantalla grande. Antes de que este concepto secuestrara el género del terror y la cultura pop hasta la fecha. También, en retrospectiva, la primera entrada, titulada en México, Resident Evil: El Huésped Maldito es la mejor y la que más disfruto de todas.

Ahora, después de 4 secuelas consecuentes, llegamos a la muy publicitada conclusión de la historia. Resident Evil: The Final Chapter (Resident Evil: Capítulo Final, en México) sin duda el primer gran estreno del 2017 es la prometida finalización de la larga y tediosa historia de Alice, el personaje central interpretado por Milla Jovovich, que cabe mencionar, fue creado para la pantalla por su esposo, el guionista, eventual director, productor y en genera la fuerza creativa detrás de las películas de Resident Evil, Paul W.S. Anderson.

Los juegos de video, fuente origina de materia para estas cintas cuentan con una rica variedad de historias y conceptos que van desde lo espeluznante, hasta lo explosivo e inesperado, pero ya todos sabemos que en las películas se ha usado o adaptado virtualmente nada de todo este valioso contenido. Estos títulos se han ido corroyendo cada vez más y más en set pieces ridículos, actuaciones pésimas, personajes unidimensionales y guiones ineptos. La franquicia de Resident Evil es como si Hollywood emulara las películas malas de ciencia ficción de los 80s, pero sin los efectos prácticos, ni el encanto con el que brillaban esas joyas de la época de oro del VHS.

Resident Evil: The Final Chapter nos sitúa en un Washington D.C. post-apocalíptico donde Alice (Milla Jovovich) reaparece de los escombros para inmediatamente después protagonizar una escena de acción huyendo de una bestia gigante de CGI que ha decir verdad, parece que se escapó de una de las películas de Lord of the Rings. Alice rápidamente es contactada por la Red Queen, la inteligencia artificial omnipresente personificada por una niña con acento británico que controla toda la infraestructura de Umbrella Corporation; en un raro giro de lealtades le detalla lo que tiene que hacer para salvar al mundo y derrotar al maligno imperio de Umbrella. Alice emprende su camino de regreso a donde inició todo, el laboratorio subterráneo conocido como The Hive, con la promesa de que Red Queen le explicará el porqué de este extraño acto de autosabotaje que acaba de cometer. Sin olvidar, que el siniestro Dr. Alexander Isaacs (Iain Glen) renovado y mejorado después de haber sido despachado en la tercera entrada, regresa para detener a Alice y a su banda de heroicos rebeldes con los que predeciblemente se enredará para llevar a cabo su misión.

No tengo nada en contra del entretenimiento vacío, manufacturado y plástico emanado da manera sistemática por la maquinaria Hollywoodense, pero las películas de Resident Evil son de los ejemplos más exagerados y rimbombantes de este estereotipo, poniendo en el mismo saco a la franquicia de Transformers (una basada en un videojuego, la otra en una línea de juguetes). El guion corre como maratonista hacia su meta presentándonos en el camino a diversos personajes interpretados por William Levy, Ruby Rose, entre otros, que no son nada más que recipientes vacíos, calcomanías, fotografías en un promocional; también por supuesto nos reencontramos con Claire Redfield, interpretada de nuevo por Ali Larter, que se ve más aburrida que nosotros. El único que se ve que se está divirtiendo es nuestro querídisimo Iain Glen, reconocido por su papel en la serie televisiva Game of Thrones, su villano exageradamente ruin, el Dr. Isaacs  devora sus escenas, convirtiéndose en lo más atractivo e hipnotizante de la película.

Milla Jovovich hace lo suyo, una vez más dejándonos a la audiencia echar a andar la mente con el ¿Qué pudo ser? Ya que Jovovich tiene (o tenía) el potencial para cimentarse como una estrella de acción trascendental, truncado en todo momento por el grillete de ser eternamente Alice en Resident Evil y sus interminables secuelas.

Claro en la película hay explosiones, hay escenas de acción, algunas de ellas entretenidas, hay efectos especiales, hay monstruos, hay zombies (aunque aquí sirven más de escenografía que como una amenaza real) pero la verdad, todo ya lo vimos, no hay nada nuevo bajo el sol en Resident Evil: The Final Chapter, excepto un intento de giro argumental en el tercer acto del filme que al mismo tiempo que intenta aterrizar toda esta larga y redundante historia en algo parecido a un desenlace, nos deja, como al igual que al personaje de Alice, justo donde comenzó.