"We play for blood."
Algunas franquicias pierden su
camino y después lo vuelven a encontrar, creo que la franquicia a la cual la
película de la que hablaré pertenece, es un buen ejemplo de ello; de cómo volver
a lo básico, a las raíces, sin pretensiones, ni intentos de expandirse a algo
que tal vez no le va. Esta tercera entrega, llamada Riddick (Riddick: El Amo de la Oscuridad, 2013)
sale a la luz 9 años después de la última película, The Chronicles of Riddick
(La Batalla de Riddick, 2004) secuela
que fue lanzada para capitalizar la fama creciente del carismático actor
protagónico, Vin Diesel, después de sus éxitos taquilleros del momento. Ésta
cinta del 2004, intentó volverse más épica
y crear una mitología un poco forzada alrededor de este personaje que resultó
ser memorable y muy bad ass después
que las audiencias poco a poco fueron descubriendo la primera película, Pitch
Black (Criaturas de la Noche,
2000) que se convirtió en un éxito de culto, y cinta que, aunque muchas personas
no se den cuenta, vino antes de The
Fast and the Furious (Rápido y Furioso, 2001). El guionista y
director, David Twohy, mente maestra detrás de ésta franquicia que mezcla
terror, acción y ciencia ficción, luchó durante varios años al lado de Vin
Diesel para poder producir esta tercera entrega, y finalmente, gracias al nuevo
prestigio de Diesel, debido a la resurrección y rotundo éxito de su icónica franquicia, Fast & Furious, lograron conseguir dinero, y continuar
la historia de Riddick. Ahora, desechando la limitante clasificación PG-13 y sustituyéndola por la clásica R, clasificación que porta la primera
cinta, y también regresando a ser una película de modesto presupuesto y con una
historia menos ambiciosa. En fin, Twohy y Diesel aprendieron que para que arreglas lo que no está roto. Riddick es un regreso a lo conocido que,
en su nostalgia a películas del ayer, resulta refrescante.
La
película, en un movida interesante y que aplaudo, reconoce sus antecesoras y
continúa donde nos quedamos en The
Chronicles of Riddick aunque rápida y limpiamente se deshace de los Necromongers y todas esas complicaciones
y rebuscamientos, a favor de una historia que deja a nuestro fugitivo
intergaláctico favorito, Richard B. Riddick (Vin Diesel) varado en un
planeta inhóspito donde aparentemente toda la fauna existe para destrozarlo.
Después de encontrarse con diversas criaturas de mal temperamento, Riddick
logra mandar una señal de auxilio a la que responden dos equipos de cazadores
de recompensas, uno liderado por el fantoche, Santana (Jordi Mollá) y el otro
por un hombre con nexos a su pasado, (Matt Nable). Así, Riddick tendrá que
ingeniárselas, como siempre, con sus habilidades de sobreviviente extremo, para
poder escapar de ambos mercenarios y de las peligrosas bestias que habitan ese
desolado planeta.
La fórmula
de Pitch Black se presenta de nuevo
aquí, poniendo a Riddick, el legendario ex convicto Furyano, que tiene la
habilidad de ver en la oscuridad, frente a frente con implacables mercenarios
que quieren su cabeza, en este caso, literalmente,
y por el otro lado, con criaturas que, dadas ciertas condiciones ambientales (o
mala suerte, como quieran verlo), pueden rondar libremente el planeta y matar a
todo lo que se cruce en su camino. En el caso de Pitch Black, las bestias podían salir solo cuando había eclipse, ya
que la luz les era dañina, y ahora, en Riddick,
las criaturas son capaces de salir solo durante fuertes lluvias, ya que viven
en lo que al parecer eran pequeños sumideros. Hago particular hincapié en la
naturaleza de las criaturas, para ilustrar como Twohy en su guión decidió apegarse
lo más posible a su primera película y lo interesante es que hizo bien. Riddick funciona ya que después de un
inicio un poco tedioso que nos muestra a Riddick conectándose de nuevo con su lado animal, nos presenta una amplia
variedad de personajes y una dinámica que nos recuerda a películas de ciencia
ficción que ya no se hacen, sci fi flicks
a la vieja usanza noventera y ochentera, como por ejemplo Screamers (Asesinos Cibernéticos, 1995) y Starship
Troopers (Invasión, 1997). La
única relativamente reciente que me viene a la mente es Doom (Doom: Puerta al Infierno, 2005) pero ese
fue un churro de adaptación de videojuego estilizado más que cualquier intento
de throwback.
Tenemos una película,
como mencioné, gratificantemente clasificada R en Estados Unidos, que nos da delicias gore y chorros rojos que hacen que se lleve la medalla sangrienta
sobre sus antecesoras, sin duda alguna. Tenemos muertes violentas de
personajes, destrucción de monstruos a
diestra y siniestra, para todos los gustos. Claro, apuntemos la controlada
actuación de Vin Diesel, siempre gruñendo sus diálogos en su particular tono de
voz acentuado aún más por su personaje, y la sobreactuación de Jordi Mollá como
el arquetipo villano-bufón; además de
clichés hasta un punto gratificantes, por cierto, siempre encontrados en
películas en las que hay un escuadrón de
matones, el gigantón imponente, naturalmente Dave Bautista, la chica ruda
no puede faltar, interpretada aquí por Katee Sackhoff con excelente dedicación,
el religioso y el novato, combinado en un solo personaje interpretado por el cara
de niño, Nolan Gerard Funk, y un largo, etc.
Me
encantó que de cierta manera, Riddick
fue tres películas en una: la de Riddick sobreviviendo y adaptándose al salvaje
ecosistema de este planeta, la de Riddick jugando al gato y el ratón con los mercenarios, y la de Riddick y compañía,
contra las bestias. Me considero fan de esta serie, y me jacto en contarles que
aparte de ver las películas también me chuté el animé The Chronicles of Riddick: Dark
Fury y recientemente hasta he estado jugando la versión para PS3 de The
Chronicles of Riddick: Escape from Butcher Bay o más bien, intentando
jugar, porque lo de los videojuegos
simplemente, no se me da. A lo que voy con todo esto es que a pesar de
que Riddick no ha sido la mayor explosión en taquilla y ha tenido un camino
rocoso hacia las pantallas, se ha logrado expandir a diferentes medios, y las
películas, el animé y los videojuegos, todos forman parte del mismo canon,
existen en el mismo universo. Eso es algo que hay que aplaudir, y reconocer. Simplemente
titulada Riddick, esta película es
una de las sorpresas que te atrapan desprevenido, una salvajada old school muy necesaria en estos días,
donde la ciencia ficción en su mayoría es de alto presupuesto, limpiecita y con
pretensiones de enseñarte una lección de
vida, darte contexto y consciencia
social, u obligarte a que te hagas
ciertas preguntas. Todo eso está bien, pero también es muy bienvenido algo
como Riddick, bien hecho, que te
entretiene y punto.